La obra de
Luis Cernuda se ha convertido en un referente obligado para un buen número de
poetas españoles posteriores a 1939. Estos poetas asimilan sus ideas poéticas,
aprovechan los géneros líricos cultivados por Cernuda (monólogo dramático, poesía de la experiencia,
poema meditativo), en sus poemas hablan de unos temas similares a los de
Cernuda. También se observan ciertos matices del estilo cernudiano como es el empleo de la segunda persona. Este del tú
como sustituto de la primera persona es una técnica de desdoblamiento que
proviene del sentimiento de absoluta soledad del poeta. Esta soledad empuja a
Cernuda a un diálogo interior que rompe ese sentimiento que experimento a lo
largo de su vida, esa sensación de ser otro, un otro cercano al que dirigiste
en segunda persona.
Machado es un representante
de un recurso retórico empleado desde siempre y que en el siglo XX. Este
recurso es la motivación estética y la motivación personal.
La técnica
de utilizar la segunda persona en la poesía va a pasar gradualmente a la poesía
española de posguerra por medio de su influencia, y será curiosamente en los
autores del 70, los coetáneos y marginados del grupo central, donde va a
obtener sus mejores y más fieles aportaciones. Hasta la generación del 50,
el uso de la segunda persona en sentido cernudiano es algo poco abundante.
Esporádicamente también aparece en el grupo Cántico. García Baena se dirige en “El retorno” a un tú llamado Pródigo y que sería posible vincular con el autor.
En los poetas del 50, tampoco es muy frecuente esta técnica y, si se emplea, no suele ser con un sentido cernudiano. Caballero Bonald, por ejemplo, la utiliza en “Lo que deja el olvido” o en “A contratiempo”.
Generación del 50
Esporádicamente también aparece en el grupo Cántico. García Baena se dirige en “El retorno” a un tú llamado Pródigo y que sería posible vincular con el autor.
En los poetas del 50, tampoco es muy frecuente esta técnica y, si se emplea, no suele ser con un sentido cernudiano. Caballero Bonald, por ejemplo, la utiliza en “Lo que deja el olvido” o en “A contratiempo”.
Generación del 50
En El rey
mendigo, libro tardío pero cernudiano de José
Agustín Goytisolo, aparece alguna que otra vez la segunda persona, aunque
sin la carga emotiva y sin su íntima necesidad de comunicación que rompa la
soledad.
En el caso
de Defarges, escribe poemas en segunda persona que retoman la línea meditativa,
la capacidad de evocación, el deseo de distanciamiento, para evitar el fácil
sentimentalismo, o el análisis psicológico de una persona solitaria, propio de
tantos poemas de La realidad y el deseo.
De todos los
poetas del 50, Francisco Brines es el que recibe con mayor impacto esa técnica,
que empieza a utilizarla desde Las brasas.
La sección
“Otras mismas vidas”, está ocupada por una serie de poemas en segunda persona.
Esta técnica sirve aquí fundamentalmente para evitar el patetismo en la
evocación del pasado, aunque no se rechazan, como en Cernuda, sus posibilidades
meditativas.
Pero es a
partir de Palabras a la oscuridad, sobre todo, cuando Brines comienza a
sacarle todo su partido al empleo del tú.
Luis Antonio de
Villena es de los poetas del 70 el que más se ha destacado en el
cultivo y seguimiento de esta técnica, sobre todo a partir de Hymnica. Sin
embargo, es utilizada casi siempre, a diferencia del autor sevillano, como un
más adecuado proyector de experiencias amorosas, para demorarse en la
contemplación de la belleza y, también para contribuir a la creación de un
personaje de la estirpe dandi, como en “Un arte de vida”.
Más fieles
al sentido del tú cernudiano se muestran otros poetas coetáneos, marginados en
un primer momento de la escena literaria, como Juan Luis Panero,
Fernando Ortiz o Sánchez Rosillo.
Juan Luis Panero es,
posiblemente, el que mejor ha asimilado la técnica, que emplea con abundancia y
con sentidos variados y que es una constante de todos sus libros, sin bien la
abunda especialmente en sus primeras obras.
“Buenas noches”, de A través del tiempo, da
testimonio así del dolor por la tristeza y el abandono, y en “Meditación idiota
a la hora de acostarse solo” se aproxima Panero a la idea de Cernuda.
También
Fernando Ortiz ha sabido aprovechar el magisterio de Cernuda en el uso de la
segunda persona. Pero en su caso, aunque no se desdeñe su empleo como medio de
evocación o el rasgo meditativo, en general su aparición va envuelta con matices
descriptivos y es una forma de mostrar la soledad y el extrañamiento.
Sánchez Rosillo se sirve muy frecuentemente en sus libros de esta técnica, sobre todo a partir de Páginas de un diario. En este autor la segunda persona rara vez tiene ese acento imperativo que impregna la poesía de Cernuda y toma el valor o bien de evocación de momentos pasados, objetivando la emoción personal con el tú, o bien de preciso acompañante de una meditación que tiende a generalizarse.
Sánchez Rosillo se sirve muy frecuentemente en sus libros de esta técnica, sobre todo a partir de Páginas de un diario. En este autor la segunda persona rara vez tiene ese acento imperativo que impregna la poesía de Cernuda y toma el valor o bien de evocación de momentos pasados, objetivando la emoción personal con el tú, o bien de preciso acompañante de una meditación que tiende a generalizarse.
Sánchez
Rosillo introduce una variante poco utilizada en la segunda persona al modo de
Cernuda y que consiste en emplearla como instrumento de meditación metapoética.
El tú se convierte así o bien en una forma de aludir a la construcción del
poema.
Como queda mostrado, el artificio cernudiano, nacido de una necesidad personal y estética, ha atraído la atención de variados poetas posteriores a 1939, que de una manera gradual lo van incorporando a su propia obra.
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